Hubo un tiempo en que coleccionaba los libros de Vicente Huidobro. Gozando de bastante paciencia es posible hallarlos en Concepción; gozando de bastante dinero es posible comprarlos en las librerías de calle San Diego, en Santiago. Hoy descubro con una rara mezcla de nostalgia y entusiasmo que no tengo ninguno. La sensación es similar a la envidia que me llena cuando conozco a gente que no ha probado aún algunos sabores que yo sí, que no ha leído a ciert@s autor@s que me son familiares. ¡Cómo volver a leer a Huidobro por primera vez! Aún recuerdo la fuerte emoción de leer en “Sino y signo” el verso Un destino de ola que debe hacer su ruido y morir dulcemente, o de hallarme por primera vez a boca de jarro con el poema “Fuerzas naturales”. RuPaul dice eso de “Life’s a banquet, and most poor suckers are starving to death”. Estoy completamente de acuerdo. Me desespera encontrar tanta gente que por cuestiones de idioma (por no saber inglés, por ejemplo) o por la ilusión de no tener tiempo hay tantísima cosa que dejan para más adelante. “Más adelante” que termina transformándose en alguna vida futura, ya que durante el año no hay tiempo porque se está estudiando o trabajando, los fines de semana son para carretear y en el verano es la salida de vacaciones con la familia o sólo se quiere descansar. Cuando llega el retiro, entonces “ya estoy muy viej@” y esa antigua certeza de que “más adelante” voy a aprender inglés, “más adelante” voy a aprender un instrumento, “más adelante” voy a escribir un libro, se vuelve una especie de fantasma que se sienta a ver tele con un@. ¿Por qué no empezar a trabajar por esas cosas desde jóvenes, quizás en el camino ya logrando algunas, de modo que la vejez nos encuentre expert@s en el arte de soñar y hacer sólidos nuestros sueños?
Pero, claro, ahora me da rabia encontrarme en una sociedad que en masa se siente contenta de saber mucho respecto a muy poco (usualmente lo que dicte algún programa de TV) y sin embargo no puedo negar que ha habido episodios de mi vida en que he dejado las neuronas inventarse unos feriados llenos de algo demasiado parecido a lo que hoy critico. Ha habido libros que he comprado y me he sentido estultamente pleno por tenerlos, sin luego darle tiempo a su lectura. Supongo que no hay nada de malo en ello mientras sean episodios que reconozca como modulaciones desde una tonalidad que es la que en realidad me caracteriza. Lo que no está bien es volver esos episodios una manera de vivir.
Entonces me encuentro a esta altura de la vida con la posibilidad de empezar a leer a Huidobro de nuevo, sin el achanchamiento que deviene de ya tener los libros y dejar su lectura para el futuro. Es una ocasión que pienso aprovechar. Si no hay tiempo para leer poesía, entonces algo anda mal en la vida y hay que detenerse a arreglarla, no simplemente seguir adelante.
El tiempo es ahora, las energías hay que quemarlas ya.