Un/a fan es una persona que admira a alguien o es entusiasta por algo. Much@s fans agregan a esta definición la característica de suspender completamente su capacidad crítica respecto a ese alguien o algo. Esa característica adicional me incomoda, pues es algo así como dejar de ser quien se es para convertirse en un estulto par de palmas aplaudiendo. A mí me gusta Inti Illimani, pero no puedo dejar de criticar ni sentirme desagradado por las disputas internas por el uso de su marca que han distinguido los últimos años de la carrera del grupo (y que de hecho lo dividieron en dos grupos). Me gusta Joan Manuel Serrat, pero me parece terrible que su figura tan olorosa a revolución se presente con el auspicio de Endesa y cobrando pequeñas fortunas por cada actuación. Es como ese chiste de “Cristo viene, lo trae Pepsi” sólo que sin que sea un chiste.
Aún con eso, la música de Joan Manuel Serrat y de Inti Illimani me sigue gustando, pues muchas veces pasa que una persona crea algo que no es enteramente suyo sino de la época en que dio a luz a esa creación. Hubo años en que la gente vivía codo a codo entre canalllas y héroes, y continuamente junto a la posibilidad de ser uno u otro. Las obras de esa época lo reflejan, y aunque quienes dejaron algo para la posteridad se hicieron luego parte de una realidad más gris y plana, sigo admirando el trabajo que hicieron pues logró capturar bellamente un conjunto de valores sin fecha de caducidad. No todos vamos a morir crucificados, pero eso no debiera ser obstáculo para hacer algunos milagros.
Hasta ahí mi admiración. Encontrarles bueno todo lo que hacen ya sería una historia completamente distinta. Un/a fan, no obstante, suele hacer esto último, de modo que no ve ninguna yaya en su ídolo. Parece que ser fan ya no es sólo admirar a alguien sino sacrificar el cordero de la capacidad intelectual en el altar de ese alguien. Encuentro patético ese papel, y me apena ver que sea la manera más común en que la gente termina expresando su entusiasmo por un artista (dudo al escribir esta palabra, que pienso que debiera ser aplicada a muy pocas personas en el mundo). El caso que tengo más a mano es el de Beyonce. Es una cantante pop, con todas las modestas aspiraciones que eso necesariamente implica, pero O.K., no tengo problema en que su música sea del gusto de mucha gente, pero resulta que esta chica además vende ropa e incurre en gastos de escala de diva. Hasta hace un año y medio, tanto la venta de ropa como sus propios gastos se concentraban fuertemente en la trata de piel de animales. Estoy hablando de piel real, no de esas excelentes imitaciones que están disponibles en la industria, y que su empresa de ropa ignoraba en favor de la auténtica piel de zorro, chinchilla, conejo, etc., la cual se obtiene generalmente despellejando a animales vivos, pues eso mantiene la calidad de la piel. ¿Cuántos animales mueren por un abrigo? Dependiendo del animal, entre 10 y 100. Hace poco vi en ebay una imagen de un abrigo vendido por la empresa de Beyonce y la imagen es pasmosa, una verdadera carnicería ambulante…
La cadena de eventos entonces es ésta: En China hay un corral en que tienes 20 zorros. Son seres vivos, con capacidad de sentir dolor y miedo. Un empleado los golpea mientras otro los despelleja vivos, cuidando que la piel no se dañe pero dejando una masa sanguinolenta donde antes había un zorro asustado que no tuvo posibilidad real de defenderse. Siguiendo instrucciones de la “artista” (qué asco ocupar la palabra aquí) se confecciona un abrigo, de modo que ella puede estrenarlo para recibir un premio. Los/as fans aplauden con locura al ver a la chica. Te desafío a intentar recordarle a ese grupo (como lo ha intentado la organización PETA) que para ese minuto de gloria la tipa mandó a matar a 20 animales indefensos y te mandan al diablo porque “la mina se ve rica”. Finalmente es una cuestión de sensibilidad. Si llegara vestida con un abrigo hecho de piel humana seguramente causaría disgusto, pero como el sufrimiento para hacer el abrigo fue causado a otra especie que no puede hacer protestas por su cuenta, nos hacemos los lesos y nos figuramos que ese sufrimiento es irrelevante. Fans.
En el último año y medio da la sensación de que Beyonce aprendió la lección y ha dejado de lado el negocio y uso de la piel animal, pero la verdad aún no lo sabemos con certeza pues se ha mantenido muda al respecto. Nada más hemos visto que no la está usando ni vendiendo, lo que bien podría ser efecto de la presión de PETA y de un puñado de fans que no han inmolado sus valores por pasarla bien. Ojalá haya habido alguien de Chile entre estas personas. Lo que es yo, no conozco ninguna.