No sé si las grúas iluminadas instaladas en la costa de Antofagasta violan la Norma de Emisión para la Regulacion de la Contaminación Lumínica. La Oficina de Protección de la Calidad del Cielo determinará esto. De ser así, la ciudad deberá pagar una multa y nuestro alcalde tendrá que explicar por qué decidió faltar a la ley y comprometer nuestros ya magros recursos al hacerlo.
Más allá de aquello me preocupa oír del líder de la capital astronómica del mundo que Paranal no ha dado nada a la ciudad o a él. Discrepo, pero incluso si nuestro alcalde tuviera razón ¿sería ello una razón para despreciar el problema de la CL (contaminación lumínica) generada por nuestra ciudad? Los cielos de la II Región son los más claros del planeta. Cada haz luminoso enviado hacia ellos los ensucia un poco. Hacerlo es como arrojar petróleo a las aguas más limpias del globo, o como poner un vertedero de basura en la Antártica, o como talar cada día un par de árboles de los bosques del Amazonas. Cada una de esas reservas naturales custodia un patrimonio planetario. ¿Quién debe cuidarlas sino quienes viven en torno a ellas? En el país más rico del mundo no gozan de cielos más limpios que los que tenemos a escasos kilómetros de nuestra casa, y por lo tanto nadie en la Tierra está más cerca de la puerta de entrada al Universo que quienes habitamos en esta región. Podemos mantener abierta esa puerta o cerrarla, pero si la cerramos lo haremos no sólo para la gente de nuestra zona sino para el planeta completo. ¿Queremos esta negra fama mundial?
Nuestro alcalde sugiere que preocuparse de la CL significa un retorno a recursos del pasado. Con ironía se pregunta si acaso debería iluminar los monumentos con chonchones. Nada de eso. Preocuparse de la CL significa un paso al futuro. Abordar el problema de la iluminación urbana desechando luminarias ineficientes que desperdician la mitad de la energía que consumen; utilizar distanciamientos apropiados para no sobreiluminar espacios; apagar o atenuar luminarias en horas en que nadie transita para usarlas; estudiar los ángulos de iluminación de monumentos para lograr un equilibrio entre estética y una CL controlada; todo esto es un problema complejo, dificil, que teniendo un efecto directo en nuestra calidad de vida pide que nuestras autoridades se informen y se asesoren de equipos técnicos de alto nivel. Otras maneras son fáciles y cortoplacistas; vestidas de modernidad en realidad encierran métodos anticuados y soluciones mal diseñadas. ¿Le importa esto a la señora Juanita en su casa? Seguro. La siguiente vez que atravesemos una situación de racionamiento energético o que nos suban la cuenta de la electricidad debiéramos preguntarnos si habiendo usado la energía de manera más eficiente ello se podría haber evitado.
Aún creo que Antofagasta está a la altura del desafío que su situación de privilegio a nivel mundial le plantea. Esperemos que nuestras autoridades así lo prueben.
(Carta enviada a El Mercurio de Antofagasta el 24 de abril de 2007)
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Publicada en el Mercurio de Antofagasta el 2 de mayo de 2007.